Cuando me leí Olvier Twist, Charlie (Dickens) hizo posible que pudiese imaginar y hasta oler perfectamente a este personaje, ropa desgastada, remendada. A lo Chavo del 8 un poco. Y pues si, de olor poco agradable.
Pero cuando mi mami, en su último viaje a su tierra, Colombia, me trajo un par de zapatos hechos por mi Tío Raúl, pude concretar, en un objeto, todo aquello que algún tiempo imaginé. Sólo que era un Oliver, con algo de tacón y luego de un buen baño, ya mas o menos en la etapa final de la novela.

Me encantan, porque son poco presumidos, sin dejar de ser distintos, y tienen como un toque de inocencia , lo que hace que encuentre a este par irresistiblemente usables para todos mis domingos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario